Generar un modelo de reinserción social efectivo para mujeres en prisión, dándoles las herramientas que contribuyan a su desarrollo y crecimiento personal.
Transformar las cárceles de nuestro país en lugares de oportunidad y no de castigo.
Somos un grupo de mujeres preocupadas por la falta de políticas eficaces para lograr la reinserción en la sociedad de las personas privadas de la libertad en nuestro país; y por las condiciones en las que viven dentro de los centros penitenciarios, las cuales dificultan que su rehabilitación y reinserción social sea efectiva.
Surge de haber compartido la experiencia de visitar, mientras éramos estudiantes universitarias, el reclusorio de Barrientos en el Estado de México. Experiencia, a partir de la cual, coincidimos con la idea de que la reclusión no puede ser sinónimo de exclusión.
Haber tenido la oportunidad de conocer las condiciones poco dignificantes en las que se encuentran las cárceles de nuestro país, pero sobretodo las historias de vida de quienes ahí se encuentran privadas de la libertad, nos permitió comprender que el problema de la inseguridad no puede resolverse solamente aislando y apartando; sino atendiendo y afrontando las causas estructurales, los motivos y las razones sociales, psicológicas y familiares que llevaron a esa persona a actuar de determinada manera.
Nos permitió entender que los centros penitenciarios no han tenido un resultado efectivo, porque se han propuesto impedir que las personas sigan cometiendo delitos, sin combatir la ociosidad y sin ofrecer a sus internos las oportunidades y los elementos que les permitan elegir otra opción de vida, una apartada de la delincuencia.
Fue así como surge La Cana: Un proyecto para llevar a los reclusorios actividades productivas y la capacitación para un oficio, mediante el cual los internos e internas pudieran adquirir habilidades y herramientas que les sirvan para superarse, mantenerse dentro del reclusorio, aportar un ingreso a sus familias, y sobretodo, los prepare para encarar los retos de la vida en libertad.
Brindamos fuentes de ingreso sostenibles a mujeres privadas de la libertad, que difícilmente logran conseguir un empleo digno al haber salido de prisión.
Buscamos que al obtener su libertad, las mujeres adquieran un oficio y herramientas que les permitan obtener un ingreso con el que puedan solventar sus gastos y apoyar a sus familias.
A través de las actividades de La Cana fomentamos valores como: Disciplina, Esfuerzo, Compromiso y Trabajo en Equipo.
Lo complementamos con programas y talleres dirigidos a su desarrollo personal, y a colaborar con la tarea de atender motivos psicológicos y emocionales que contribuyan con su proceso de reinserción en la sociedad.
Asimismo, buscamos el acercamiento de las personas privadas de la libertad a la cultura y las artes como medio de expresión, con la finalidad de contribuir a su desarrollo y transformación individual, además de disminuir la agresión e incrementar la productividad de los internos e internas.
Capacitamos a las mujeres privadas de la libertad en diversas técnicas de tejido, bordado, costura, macramé y tramado textil.
Buscamos que al obtener su libertad, las mujeres adquieran un oficio y herramientas que les permitan obtener un ingreso con el que puedan ser económicamente independientes.
Vendemos los productos hechos a mano por mujeres en prisión
Cada una de las mujeres recibe un pago justo por los productos que elaboran. Este pago lo reciben de manera quincenal, a través del Departamento de Industria Penitenciaria de la Dirección General de Reinserción Social de los estados donde trabajamos.
Buscamos incidir activamente en políticas públicas penitenciarias que promuevan la reinserción social
De las personas privadas de la libertad, y patrocinamos la defensa de mujeres que han sufrido violaciones graves a sus derechos humanos.
Barrientos, Estado de México.
Nezahualcóyotl Sur, Estado de México.
Ecatepec, Estado de México.
Nezahualcóyotl-Bordo de Xochiaca, Estado de México
Chalco, Estado de México
Texcoco, Estado de México.
Santiaguito, Estado de México.
Santa Marta Acatitla, Ciudad de México.